miércoles, 16 de febrero de 2011

Ella y él

Era de noche y ella caminaba por las calles con una falda apretada y un escote que dejaba ver un poco sus senos. Él la seguía desde varias calles atrás. Él la seguía de cerca pero guardando su distancia, mientras que ella aceleraba su paso, como sitiendo a quien la seguía desde hace ya un tiempo.
Tal ejericicio terminó por hacer que ella se detuviera en una banca de un parque. Él la miraba de lejos, veía como su agitada respiración inflaba sus lindas tetas y hacía que se ruborizara su piel.
Ella trataba de calmar su calor y agitaba su blusa, lo que hacia que sus pezones se dejaran ver un poco.
A lo lejos, él la miraba atentamente, veía como cruzaba la pierna y respiraba con trabajo por el esfuerzo de ese momento.
Ella sentía esa mirada sobre su escote y falda, y no pudo evitar morderse los labios ante la sensación de deseo.
Sin dudarlo, ése extraño se acercó rapidamente hacia ella, al mismo tiempo que ella se paró de esa banca. Pero no pudo dar siquiera un paso, pues él ya estaba detrás de ella, su fuerte respiración golpeaba su cuello.
Al sentir la presencia del tipo detrás, ella sólo pudo hacer un extraño gémido, pero antes de dar un sólo moviento, ya sus manos estaba atapadas, quiso gritar, pero una mano la calló y otra comenzaba a bajar su blusa para mostrar sus grandes y llindas tetas.
La mano acariciaba esa tetas, primero masajeaba todo el seno y después sólo presionaba y movía los pezones. Apretaba y jalaba esas tetas tan lindas, y esos pezones ya excitadados pedían más. Pero detrás de ella, un falo crecía rozando sus nalgas por la ropa.
Él tipo dejo de hacer fuerza en la boca y comenzó a meter sus dedos para que ella los chupara, lo que ella hizo sin dudar: lamía cada dedo deseosa y agitada, mientras un falo seguía creciendo y tocando sus nalgas.
Ya con los dedos húmedos, él bajo ambas manos acaricaindo todo su cuerpo, apretando sus tetas y bajando hasta su coño. Primero quitó esa tanga que le estorbaba y después comenzó a acarciar sus labios y a rozar su clitoris.
Ella, sometida ante tal placer, sólo se tiró en la banca, boca abajo, semi desnuda y jadiante, mientras él sacaba el falo que la penetraría sin piedad.
Primero tocaba sus nalgas con su verga, las rozaba y le hacia sentir su calor. La tomó nuevamente por la cintura y vovlió a meter sus dedos en su vagina, mientras su falo sólo incitaba y estimulaba poco su recto.
Los gémidos de la chica sólo hacían que el falo se pusiera más duro y grande. Y antes de violentar su cuerpo, él le dijo al oido: "te daré la cojida de tu vida".
Pronto esa verga comenzó a entrar sin piedad a ella, la movía una y otra vez, haciendo que sus tetas se balancearan: "Así te gusta, que te trate como una puta y te de fuerte tu verga, entera y llena?"...
La penetraba desde atrás, mientras que ella estaba sobre esa banca, sometida boca abajo. Mientras embestía su culo, su mano movía el clitoris de la mujer, y la otra mano jalaba sus tetas. Todos esos moviemientos calentaban más a la chica, que sólo seguía sumisa y jadeante.
Él tenía su cuerpo abalanzado sobre ella, mientras que ella dejaba su cadera quieta para que el la empujara con fuerza hacia adelante.
Las embestidas eran tan fuertes que pronto un color rojizo se empezó a formar en sus piernas.
La excitación de la chica era tal que sólo gritaba por más, pedía que la siguiera cogiendo, que siguiera metiendo su verga fuerte en ella. Y él sólo preguntaba, más fuerte puta?, más adentro? más rápido?
Ella lo pedía más adentro, y en un instante, esas manos cambiaron roles, y jalaron de su cabello, arqueando su cuerpo; ahora le penetraban desde atrás, llenaban su vagina desde detrás de ella. Su cuerpo casi erguido hacia que la penetración fuera más profunda y la humedad de su cuerpo, daba facilidad para la rapidez.
Ella sólo gemia y pedia más, mientras que sus manos acariciaban el cuerpo semi desnudo del extraño que tomaba su cuerpo sin piedad.
Su cuerpo temblaba y sus piernas se doblaban ante cada embestida. Así que él, levantó una de sus piernas y siguió penetrandola, más y más fuerte, hasta que sintió el final de la chica y utilizó su estomago para empujar con fuerza y hacerla gritar del placer...

Ella sólo jadeaba sin poder hacer más. Sólo estaba rendida y llena...
Atónita por el acto, no pudo hacer más que recargarse en el cuerpo de ese extraño, quien la detuvo: "estuviste genial, no tienes idea cuanto tiempo te he buscado"....

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